Zaratustra se marchó a la montaña; esperando gozar de su soledad se encontró con Caín, Prometeo y Sísifo; obviamente,no salió nada "bueno" para los "buenos": Bajó de la montaña
el Zaratustra anarquista y rebelde.

domingo, 13 de septiembre de 2015

Valores e ideología en la Educación (Parte I)

El término educación es amplio y abarca lo sistemático y asistemático, lo formal y lo informal. Esta vastedad que le caracteriza y sus implicaciones en el desarrollo intelectual, ético y social del individuo, da origen a la necesidad de reflexionar acerca del hecho educativo, esto es, Filosofía de la Educación. De las implicaciones antes mencionadas se generan preguntan cuyas respuestas se desarrollan a través de diferentes teorías sociopolíticas, conformándose a su vez diversas corrientes pedagógicas las cuales están provistas de un componente ideológico, tal como lo indica Meszaros: “La dimensión ideológica abarca tanto la formulación de los propios problemas como la elaboración de sus soluciones concretas”.
            La ideología son un conjunto de ideas que tienen en común determinadas personas, son sostenidas tanto individualmente como en grupo, se encuentran enmarcadas en un contexto sociopolítico específico y por consiguiente define un sistema de valores particular. En las diferentes perspectivas ideológicas, en este caso de la Pedagogía, algunos de estos valores pueden ser convergentes o divergentes,  pero el hecho es que dichos valores conforman el fundamento y eje central que caracterizan la identidad de un determinado enfoque; he allí su importancia y especial interés.
            De especial interés, ocupación, y preocupación si es necesario, puesto que aquí se da inicio a lo que se supone ha de ser la correspondencia entre la idea y la acción, la teoría y la praxis, lo que se dice y lo que se hace, ocurriendo de esta manera un distanciamiento entre la práctica educativa (Pedagogía) y los valores, que más allá de reflejar una crisis de valores, denota una crisis ideológica, tomando en cuenta que aquéllos se encuentran contenidos en éstas, y éstas a su vez se encuentran contenidos en el marco de una teoría sociopolítica específica.
            Fukuyama expone en su libro “El fin de la Historia y el último hombre”, su tesis acerca del fin de las ideologías y el desenlace histórico de un mundo final basado en la democracia liberal, gobierno representativo, derechos jurídicos, división de poderes y el capitalismo como expresión única de economía política, en fin, el Estado Social Democrático de Derecho. Esta tesis, aunque niega la voluntad transformadora del hombre y reduce dicha capacidad de transformación al belicismo, interpreta y describe a su vez la realidad sociopolítica dominante que condiciona a otras concepciones ideológicas, sus valores y por ende a las diferentes prácticas educativas.
            Las ideologías suponen una fuerza y un impulso vital puestas de manifiesto a través de formas de representación social caracterizadas por la convicción y el compromiso, pero parecieran estar en proceso de extinción. Si hay algo en común entre cristianos, socialistas, socialdemócratas, comunistas, anarquistas y pare usted de contar de cuanta etiqueta inerte y paralitica que existe, no son precisamente aquellos valores que pudieran serles son comunes, sino la falta de concordancia entre sus acciones y lo que según dicen constituyen sus convicciones, dícese valores, que incluso son desfigurados en sus contrarios.
            Por un lado Jesús tumba las mesas de comercio y expulsa los mercaderes del templo de Jerusalén, y por otro los cristianos en todas sus versiones hacen negocios y se enriquecen ilícitamente dentro y fuera de sus iglesias a expensas de su religión, convirtiéndose en los principales promotores de la desigualdad económica; por un lado los socialistas vociferan igualdad, y por otro erigen jerarquizaciones con élites privilegiadas situadas en la cúspide; por un lado los anarquistas exponen y proponen un orden sin autoridad, y por otro terminan consintiendo gobierno y a la estructura estatal.
            Es evidente que aquellos que dicen ser portadores de ideologías no necesariamente están conscientes de la carga que ello implica. Estos portadores conscientes son una minoría, lo mismo que los portadores de expresiones tiránicas, despóticas y autoritarias; se conforman dos tensiones minoritarias y entre ellas se encuentra la numerosa masa maleable o el siempre dependiente rebaño en espera de alguien a quien seguir, pues al carecer de voluntad propia nada hace por sí misma y es susceptible de adoptar dócilmente la forma del molde que convenga según la situación.
           

           

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