En el día a día de esta lucha por el libre pensamiento, por el ideal libertario y la utopía anarquista, me convenzo cada vez más que el principal obstáculo a vencer es el desconocimiento y la ignorancia de la masa, y es que no puede ser libre quien carece de pensamiento y mucho menos quien no piensa. Aquí radica la preocupación egoísta que mantengo, comparto y coincido con Bakunin; mi libertad no es libertad mientras otros viven en esclavitud, de hecho, mi libertad se diluye y se anula al estar condicionada por la esclavitud de otros, por lo tanto, no puedo ni debo creerme libre mientras los demás no lo son; se trata de una libertad individual basada en la solidaridad colectiva en la que el individuo sólo puede ser libre en una sociedad libre: “Mi libertad es función de la libertad de todos. La opresión de los unos tiene como corolario la esclavitud de los otros”, “Mientras exista un alma en prisión no seré libre”, Mijaíl Bakunin. Al expresar de esta manera mi sentir, intento situarme en una posición arrogante que supere la soberbia de un vulgo, que aún cuando yace adormecido, pasivo, expectante, dominado por, y dependiente de, están completamente seguros de que su ignorancia es suficiente para conocer y juzgar lo que desconocen: “Gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se debe a que los ignorantes están completamente seguros, y los inteligentes llenos de dudas”, Bertrand Russell.
He allí la razón por la cual debemos erradicar la ignorancia del vulgo, lucha esta que además debe complementarse con la lucha en contra del intelecto de los doctos. Si para algunas cosas ha servido ese cuento novelesco llamado historia, una de ellas ha sido el poder identificar que en diferentes hitos históricos, estos señores aristócratas del conocimiento se han pronunciado, en busca de protagonismo intelectual, a favor de regímenes, unos con mayor o menor grado de autoritarismo con respecto a otros. Los anarquistas venezolanos lo vivimos recientemente con indignación e impotencia, cuando, Sir, Míster o Señor Noam Chomsky –quien definiéndose a sí mismo como anarquista, y como tal, debe rechazar toda forma de autoridad, incluida la autoridad estatal- visitó hace dos años al jefe de estado de estos lares. Por supuesto, fue cubierto de gloria con la venta de sus libros y enaltecido como una autoridad intelectual; obviamente, como autoridad no puede estar en contra de sí mismo.
La conveniencia y el oportunismo son algunos de los rasgos que tienen en común tanto la ignorancia como el intelecto; ambos son ajenos a la conciencia libertaria y atentan contra sus principios: libertad, igualdad, fraternidad, solidaridad, apoyo mutuo, cooperación, autogestión, autoorganización, autonomía y antiautoritarismo. La aspiración permanente al conocimiento es lo que nos hace libre, y la inteligencia que despierta las dudas lo mantiene vital, dinámico y cambiante.
El movimiento anarquista ha padecido, en diferentes contextos de tiempo y espacio, de estos males de la conveniencia y el oportunismo, que comparten tanto la ignorancia como el intelecto por igual. Tal es el caso de los anarquistas rusos, quienes -tras la exitosa insurrección de los Bolcheviques, en la que tomaron oficialmente el poder en Octubre de 1917- empeñaron sus principios en el pedestal del reciente y naciente estado Bolchevique, consintiendo ser sus colaboradores y siendo absorbidos por la sombra de un partido único.
Emile Armand, escritor y activista anarquista francés, expresó su rechazo en un artículo que escribió y publicó con el título de “Manifiesto de los alineados”:
(…) Aparte de la cuestión de su origen, yo me froté los ojos resumiendo este Manifiesto para preguntarme si yo todavía estaba soñando, si los que habían redactado y firmado –il Messaggero della Riscossa escribe que está bajo en dictado de Zinovieff- jamás habían comprendido algo sobre la esencia del concepto anarquista. Antes de examinar si es exacto o no que ese concepto tenga una base científica, los ciudadanos alineados me permitirán que observe que ellos habrían podido esperar que se enfríen por lo menos los cadáveres o cierren las heridas de sus antiguos compañeros de ideas fusilados o torturados por la policía de seguridad comunista. ¿Acaso el heno de la granja bolchevique es tan apetitoso que aniquila toda reserva? (…)
Actualmente en Venezuela, para caracterizar la región en la que nos encontramos, y no así, para denotar el tradicional cerco nacionalista que se nos impuso, nuestro modesto movimiento anarquista no está exento de los perjuicios de la conveniencia y el oportunismo ya mencionados. Al definir y describir el contexto de espacio y tiempo, notamos que posee elementos en común con otros registros históricos, a parte de aquel de la Rusia de 1917 que ya fue mencioné brevemente, tales como: un partido único; un semidiós, maestro o pontífice; y el fiel rebaño de una minoría privilegiada de la clase política dirigente del estado; esto es, aparte de los burgueses y fascistas, un enemigo sobradamente conocido por nosotros los anarquistas: los socialistas y comunistas autoritarios descendientes del marxismo-leninismo. Entre otros factores, que desde mi humilde perspectiva afectan nuestro movimiento libertario, se encuentran los siguientes: carencia de la conciencia y esencia del ideal anarquista; distorsión de la realidad creando supuestos grupos anarquistas formado por simpatizantes asalariados del estado, con la finalidad de sembrar la idea y afirmar que hasta los anarquistas están con el sumo pontífice; los socialistas autoritarios evitan hacer eco del auténtico movimiento anarquista; el impacto de nuestra difusión y acción libertaria ha sido insuficiente; esfuerzos dispersos y falta de comunicación en los diferentes colectivos anarquistas.
Los socialistas de esta región que se ha dado por llamar República Bolivariana de Venezuela, elaboran programas enmarcados en la doctrina del padre del socialismo autoritario personificado en Marx y que Engels etiquetó como socialismo “científico”, para exaltar las ideas teóricas que tanto le cautivaron; en “Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico”, Engels expone: “Estos dos grandes descubrimientos: la concepción materialista de la historia y la revelación del secreto de la producción capitalista, mediante la plusvalía, se los debemos a Marx. Gracias a ellos, el socialismo se convierte en una ciencia, que sólo nos queda por desarrollar en todos sus detalles y concatenaciones”. Tomando en cuenta esta breve argumentación “científica” de Engels, desearía que los marxistas venezolanistas, para ser considerados como tal, tuvieran algún conocimiento de ella: el materialismo histórico, el determinismo histórico, la lucha de clases, la plusvalía, la concentración de riquezas, la pauperización progresiva, las crisis financieras, la revolución, la dictadura del proletariado, el socialismo como transición a la abolición del estado y al comunismo, la epistemología marxista, sus principales obras “El Capital” y el “Manifiesto del Partido Comunista”, lo cual dudo mucho que así sea, sobre todo habiendo un gran desconocimiento acerca de un autoritario propio de estas tierras, a Bolívar me refiero, que por cierto dejó una grata impresión en el mismo Marx, impresión que quedó plasmada y reflejada en su artículo “Bolívar y Ponte”. Sin embargo, independientemente de que los socialistas venezolanistas, conozcan o no la teoría marxista, es de poca relevancia, su praxis es exactamente copia fiel del leninismo, maoísmo, estalinismo y el castrismo, obviamente, con adecuadas, convenientes y modernas mutaciones hacia la socialdemocracia, puesto que se han percatado que son estatistas demócratas más hábiles con la manipulación de la cuestión social que los liberales, prescindiendo así, de los medios violentos de exterminio que emplearon sus antecesores, al menos no de manera frontal; curiosamente ya hoy día nadie es liberal, pero el sistema está soportado por una infraestructura liberal basada en el capital, la propiedad privada, constitución, parlamento, división de poderes, estados, transnacionales, libre mercado y repúblicas. Actualmente, socialistas y liberales se confunden en una misma masa aglutinada que han pactado para disputarse el poder de esto que ahora han perfeccionado y denominado “Estado social y democrático de derecho”.
Entre esta nueva generación de socialistas autoritarios que se encuentran en poder de esta parcela nacionalista de explotación petrolera en manos de transnacionales, y sus oponentes que desean el poder, un tema de discusión frecuente, según unos y otros, es el “ideológico”. Los primeros (socialistas autoritarios), como ya mencioné, elaboran y ejecutan programas de doctrina ideológica de poco interés para la masa desde el punto de vista teórico, pero muy efectivo y real desde el punto de vista práctico, en cuanto a la perpetuación y conservación del poder a costa del usufructo de la cuestión social. Los segundos (opositores) se horrorizan con los programas de doctrina ideológica de los primeros, no por el nulo interés de la masa en cuanto a su contenido teórico, pues ellos también carecen de una auténtica base ideológica, sino porque coinciden en el fin práctico, la tan ansiada búsqueda y disputa del y por el poder.
Somos parte de una cuerda que está sometida a dos tensiones opuestas que sólo buscan el poder, para ellos no importa lo que ocurra luego con la cuerda. Pero del mismo modo que no les importa que ocurra con nosotros mientras somos gobernados, a nosotros tampoco nos importará que ocurra con ellos cuando con firme determinación renunciemos a ser gobernados. Ellos temen a nuestro deseo de libertad y harán todo lo posible para hacer de ese deseo un temor, que no es más que su propio miedo; si el miedo a la libertad les da poder, entonces sembremos el miedo al poder para tener libertad. Además, el valor es la superación del miedo y no tenemos nada que superar, no tememos a la libertad, la anhelamos.
El enemigo de turno es un histórico que ya lo conocemos de sobra, socialistas autoritarios en alianza con transnacionales: “En fin, sólo en nombre de una concepción pobre del socialismo uno estaría tentado, quizás, de creer que llegar a él es poca cosa. Hay una cierta forma de esta doctrina que detestamos más, tal vez, que la tiranía. Es la que descansa en el optimismo, que se apoya en el amor a la humanidad para eximirse de servir a los hombres, en el progreso inevitable para esquivar las cuestiones salariales, y en la paz universal para evitar los sacrificios necesarios. Jamás comprometió a quien lo profesaba. En una palabra, este socialismo tiene miedo de todo, incluso de la revolución”, Albert Camus.
He aquí nuestra revolución de liberación individual, porque no podemos pretender transformar el mundo si cada individuo no es capaz primero de transformarse a sí mismo. He aquí nuestra evolución de liberación social, porque la transformación social no será posible, hasta lograr que todos y cada uno haya logrado la revolución de liberación individual; mientras esto no ocurra, la libertad de unos pocos seguirá disolviéndose en la esclavitud de otros tantos que ya se han acostumbrado al miedo y a la obediencia, obligados a llevar las cadenas que se les ha impuesto por medio de la intimidación, la amenaza y el amedrentamiento, y de las cuales terminan por sentirse orgullosos. La satisfacción y complacencia, de un seguidor por el seguido, es orgullo de esclavo; su voluntad no le pertenece, su pensamiento no es propio; no tiene capacidad de ser, sigue a lo que tal vez desearía ser, pero no es capaz de ser; su ser se reduce a lo que otros desean que sea; es materia inerte e inútil, que está sujeta a cualquier fuerza que incida sobre él: “El miedo a la libertad crea el orgullo de ser esclavo”, Bakunin.
La relación de dependencia y dominación de todo gobierno sobre el hombre y la sociedad, radica en el control de sus necesidades. Ningún estado, llámelo social o burgués, te hace libre; se apodera de tus necesidades y las controla; te hará su esclavo y te someterá bajo la amenaza de que al supremo estado debes todo lo que eres, desde una migaja de pan, hasta un contrato oculto en la sombra de los privilegios y la corrupción. Los socialistas autoritarios venezolanistas dominan bien esta materia, tanto como los socialistas autoritarios que le precedieron; saben que pueden dominar al proletariado a través de intereses materiales, lo cual resulta en su adaptación conveniente y oportunista: “… desarrollan un espíritu conservador y de miedo al cambio en aquellos que logran obtener mejores condiciones para sí mismos, y frecuentemente, terminan creando nuevas clases privilegiadas, y apoyando y consolidando el sistema que uno desea demoler”, Errico Malatesta.
Los socialistas petroleros del siglo XXI, no perdieron ningún rasgo característico de los genes de sus ascendientes autoritarios, buscan fortalecer la maquinaria estatal y controlar los intereses materiales del proletariado, de tal manera que les permita imponer y mantener el orden que dirige una minoría privilegiada, convirtiéndose además en el nuevo patrón del obrero. El científico Marx junto a su fiel discípulo Engels, en su invención despectiva del “lumpen proletariado”, afirmaba lo siguiente: “El lumpen proletariado, ese producto pasivo de la putrefacción de las capas más bajas de la vieja sociedad, resultará en parte arrastrado al movimiento por la revolución proletaria, aunque sus condiciones de vida lo hacen más propicio, a dejarse comprar como instrumento de los manejos reaccionarios”. Esta nueva versión del socialismo estatista crea trabajos inútiles que sólo ellos pueden pagar con su capital petrolero medido en dólares, con los cuales han sentenciado al “lumpen proletariado” a continuar en tal condición y sumir al proletariado en ella; han reducido al socialismo a una estúpida idea vaga de consumismo a precios más baratos, derivada de monopolio y libre competencia, a fin de comprar esclavos, servidumbre, conciencias, y destruir la libertad, quedando en evidencia quienes son los auténticos reaccionarios y conservadores del sistema que nos oprime y domina.
Ni hablar de protestas y desobediencia civil. Cada vez es más frecuente observar movimientos sociales autoinducidos, imperialistas o antiimperialistas, de las llamadas “izquierda” o “derecha”, que no sólo aumentan el escepticismo de dichos movimientos, sino que también desvía la de nuestros problemas hacia una lucha pro gobernantes, que son ajenas a nuestros problemas.
Los anarquistas en Maracay y Valencia tenemos una enorme necesidad de organización; necesitamos avanzar con decisión hacia un fin claramente definido, a través de una práctica colectiva organizada. Para ello, sostuvimos una reunión los compañeros Abdel Yeshua, Meyer Lozano y mi persona, en la cual se definió como objetivo inicial del naciente movimiento anarquista, el siguiente: “Establecer y afianzar las bases ideológicas, teóricas y líneas de acción, pertinentes para la organización del naciente movimiento anarquista en Maracay y Valencia, caracterizada por la libre voluntad de sus miembros, y basada en los principios de libertad, igualdad, fraternidad, solidaridad, apoyo mutuo, cooperación, autogestión, autoorganización, autonomía, antiautoritarismo, que concilie, coordine y armonice la individualidad con el colectivo, desarrollando por igual sus iniciativas y conciencias, sin etiquetas, tomando como referencia antecedentes teóricos e históricos de organizaciones anarquistas, como enseñanza y aprendizaje de nuestros errores”. Para ello acordamos y establecimos las líneas de acción que consideramos han de tener en común con otras organizaciones anarquistas, y son las siguientes: consolidar una organización anarquista local; coadyuvar el acercamiento y la afinidad con otros grupos para conformar una red anarquista de coordinación; desplegar los diferentes medios que faciliten la difusión, divulgación y propaganda del ideal anarquista; efectuar charlas y talleres de educación sobre el anarquismo: fundamentos teóricos y prácticos, formas y métodos de lucha y resistencia, historia del anarquismo, historia de la filosofía y fundamentos de las diferentes corrientes de pensamiento.
Soy lo suficientemente egoísta como para desear, aspirar e impulsar la libertad, autoorganización y anarquía de los seres humanos; soy lo suficientemente altruista como para entender, comprender y aceptar la voluntad de los seres humanos de renunciar a la libertad, prefiriendo la “seguridad” que brinda la esclavitud estatal y la servidumbre económica.
Compañeros libertarios, mantengamos siempre presente que el núcleo teórico del anarquismo se centra en la crítica al Estado como estructura de poder y opresión, la defensa radical de las libertades individuales compatibles con la solidaridad y un modelo de sociedad autogestionada. Asimismo, no podemos perder de vista la diversidad, variedad y diferencias de ideas, como indicadores del goce de una buena salud del anarquismo.
¡La anarquía, esa es la libertad!
¡Levántate y lucha!
¡Salud y anarquía!
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