Cuando un objeto, hecho o fenómeno, es
reconocido de manera axiomática por la masa aglutinada, que por carecer de
voluntad propia siempre está destinada a ser dirigida, tengo la tendencia a ser
minuciosamente más crítico de lo normal, pues ocurre con frecuencia que tras de
ese objeto, hecho o fenómeno, que se recibe y acepta como incuestionable e
indiscutible, se encuentra una razón de simplicidad, superficialidad y de
cierta ingenuidad, y en este caso me estoy refiriendo al uso de las TICs y de
las plataformas tecnológicas en la educación y muy específicamente en las
Ciencias Sociales.
Por si fuera poco, las TICs y
plataformas tecnológicas tienen la propensión sesgada de mitificarse y erigirse
como fetiche, sin las cuales, la educación y la enseñanza de las Ciencias
Sociales ya no sería posible, que en esencia es el efecto ídolo, algo sin lo
cual la vida no es posible. Se magnifica el auge de las tecnologías y su
incidencia en el flujo de información y la comunicación en la sociedad actual y
los procesos sociales.
El
concepto de “redes sociales” ha sido disociado de lo tangible y local, para ser
vinculado con la tecnología de internet y la virtualidad, menospreciando su significado
originario y real. Afirmamos estar más y mejor comunicados, atribuyéndolo al incremento
del flujo de información y a la disposición inmediata de dicha información, sin
advertir la cantidad de información desperdicio que esto conlleva, y por
consiguiente, la necesidad del desarrollo de un juicio crítico que permita
discernir entre la información basura y la información de real y verdadero provecho.
Si no advertimos esta realidad y esta necesidad, el auge de mayor y más rápida información
podría devenir en la desinformación como un indicador de idiotización de la sociedad,
y la única conclusión posible es la relación directamente proporcional entre información
e idiotez, es decir, a mayor información más idiotizada es la sociedad.
Esta
tradicional y magnificada postura de las TICs se agrava cuando aquellos que
reconocen como evidente su importancia y beneficios, están distanciados de la
esencia de la ciencia y su trascendencia epistemológica; ni hablar, cuando
dirigimos nuestra mirada hacia los resultados de la masificación y
popularización del conocimiento a través de universidades, por supuesto,
asumiendo que estas sean auténticos lugares de, por y para la búsqueda de
conocimiento, puesto que en la negación de este supuesto que asumo, sería otra
cosa lo que se estaría popularizando y masificando, y no es precisamente la ciencia
y el conocimiento.
Si hemos superado la noción predominante
de que la educación es un mero acto de reproducir, consumir, repetir,
transmitir y recibir conocimientos, y hemos adquirido conciencia de ciencia de
todo conocimiento como objeto de apropiación, solo entonces podremos aprovechar
de la mejor manera posible las técnicas y tecnologías que resultan de la
ciencia y el conocimiento.
Este aprovechamiento de los recursos
técnicos y tecnológicos en la didáctica, enseñanza, pedagogía y educación de
las Ciencias Sociales, radica en la construcción de páginas interactivas con
enlaces que integren los diferentes recursos de multimedia; uso del correo
electrónico; la disposición de recursos ilimitados en cuanto a base de datos,
enlaces a bibliotecas, mapas interactivos, programas de aplicación; la
integración de redes sociales virtuales especializadas en diferentes temas de
interés.
Específicamente la Historia del
mundo actual, la historia inmediata, historia del presente o historia del
tiempo presente, como disciplina historiográfica en permanente construcción,
son beneficiadas con el uso de las herramientas y recursos que ofrecen las TICs
y plataformas tecnológicas.
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