Cuando creé el Boletín de Didáctica de
las Ciencias Sociales en la Pedagogía Libertaria, señalé en la primera edición
que su propósito sería: “desarrollar y fortalecer las dimensiones educativas,
pedagógicas, didácticas e investigativas, tanto de Profesores como de
Estudiantes de las Ciencias Sociales, como conocedores específicamente de las
áreas de conocimiento de la Geografía y la Historia, como promovedores del
carácter científico de dichas áreas de conocimiento y como sujetos impulsores
de una transformación hacia una sociedad libertaria”.
Para lograr este
cometido, considero necesario inspirar el interés hacia la reflexión
epistemológica, no sólo acerca del contexto propio del conocimiento de las
Ciencias Sociales y particularmente de la Geografía y la Historia, sino también
de aquellos aspectos epistemológicos que son vinculantes con otras áreas de
conocimiento. En especial me refiero a la interpretación epistemológica de las
nociones de espacio geográfico y tiempo histórico en las Ciencias Sociales, y
su relación análoga con otras áreas de conocimiento como la matemática, la
física y la química. La reflexión epistemológica permite además dar a conocer
la posibilidad, origen y esencia de las diferentes concepciones, enfoques y
corrientes, indispensable para el desarrollo del pensamiento crítico. Para los
fines de este artículo abordaré lo concerniente al espacio geográfico.
Cuando de didáctica de
las Ciencias Sociales se trata, es preciso considerar la noción de espacio como
conocimiento del medio, que en Ciencias Sociales no es otra cosa que Geografía.
En efecto, el espacio es el objeto de estudio de la Geografía y es precisamente
su interés por el conocimiento del medio -y sus implicaciones naturales,
políticas, económicas, urbana, entre otras- el que permite caracterizarla como
ciencia de síntesis y vincular el trabajo geográfico con fenómenos estudiados
por otras ciencias.
En cuanto a los
enfoques del pensamiento geográfico, existe una corriente que ha pasado
desapercibida tanto en la historia e historiografía de la Geografía, como en la
vigencia y actualidad de su propuesta: la Geografía Libertaria o Anarquista. En
este sentido, Paul Feyerabend inicia la introducción de su ensayo “Tratado
contra el método, esquema de una teoría anarquista del conocimiento” de la
siguiente manera: “El presente ensayo ha sido escrito con la convicción de que
el anarquismo, que tal vez no constituye la filosofía política más atractiva,
es sin embargo una medicina excelente para la epistemología y para la filosofía
de la ciencia”, y es que el anarquismo tampoco ha sido una filosofía geográfica
llamativa, como en todos los ámbitos mencionados anteriormente –filosofía
política, filosofía pedagógica y educativa - a pesar de la pertinencia de sus
argumentos.
La Geografía Libertaria
se refiere al enfoque propuesto por el anarquismo en el área de la Geografía,
basada en una serie de planteamientos que son coherentes con su propuesta
evolutiva de transformación social, política y económica de la sociedad,
contraria a las propuestas de distribución espacial basada en la lógica
hegemónica y dominante del Estado y el capital y cualquier forma de autoridad,
jerarquía y control social que devienen en un orden social injusto.
Esta corriente del
pensamiento geográfico que procede del anarquismo, plantea, expone y propone un
enfoque de integración armónica entre la naturaleza y la naturaleza humana,
basado en el apoyo mutuo y no en la selección natural o competencia; por
consiguiente, se preocupa de los efectos medio ambientales y ecológicos como
consecuencia del desarrollo industrial. Sin embargo, desde otras perspectivas no
sólo se pretende negar la evidente postura vitalista en defensa de la vida,
sino que también se pretende mostrar anarquía y vida como contrarios.
Si desde la anarquía se
propone una sociedad basada en el orden sin autoridad, resulta obvio que los
primeros en preocuparse ante esta posibilidad son aquellos quienes detentan la
autoridad o aquellos quienes anhelan erigirse como tal, he allí la
intencionalidad oculta de enturbiar la anarquía al asociarla con desorden. En
lo que respecta a quienes aspiran erigirse como autoridad, deshonrosamente
suelen invocar la irreverencia y la rebeldía con el fin de estatuir, instituir,
estatizar, institucionalizar e inmutar, para luego negarla; deshonrosamente
apelan a la irreverencia hacia una “ciencia normal”, caracterizada por Kuhn en
su “Estructura de las revoluciones científicas”, para luego premeditadamente, a
sabiendas de lo expuesto por el citado autor en su mencionado texto, erigir una
nueva “ciencia normal”.
Es una consecuencia
lógica común para toda nueva “ciencia normal” que ha logrado la validación
conceptual y el amplio consenso, su interés de perpetuase en el tiempo apelando
a la flexibilidad. Una idea que se presta para tal fin es aquella expresada por
Bachelard: “Los conceptos más útiles son aquellos lo suficientemente flexibles
para dejarse reformar y rectificar”. Esto se evidencia en el concepto de
Estado, cuyo predominio histórico parte de la utilidad manifiesta de algunos
que se han dado a la tarea de construir científicamente una base teórica que lo
justifique desde todas y cada una de las áreas de conocimiento; el Estado en sí
mismo es inútil y su reforma y rectificación ocurre con la adjetivación que
acude a su rescate, es decir, no lo llames Estado, llámalo Estado Social
Democrático de Derecho.
La Geografía no ha sido
la excepción de una ciencia y área de conocimiento supeditada y al servicio del
Estado moderno. A finales del siglo XIX, Friedrich Ratzel, considerado como uno
de los principales representantes de la Geografía moderna clásica, describe la
relación entre espacio y población, y la distribución de los seres humanos en
el espacio geográfico en torno a la existencia del Estado, la cual quedaría
garantizada en la medida que dispusiera del suficiente espacio, y sus
condiciones físicas y naturales para atender sus necesidades históricas.
Llegado a este punto,
en cuanto al vitalismo se refiere, es posible apreciar la notable diferencia de
concepción existente entre el geoestatismo y la concepción del pensamiento
geográfico anarquista. Para el geoestatismo, prevalece la idea de espacio vital
expuesta por Ratzel, lo vital es la existencia del Estado y su espacio; para la
Geografía libertaria lo vital es la integración armónica entre la naturaleza y
la naturaleza humana, basada en el apoyo mutuo.
Si partimos de la idea
de que la política es la forma como se organiza una sociedad, y la Geopolítica
la forma como se organiza una sociedad en un determinado espacio geográfico, no
siendo el Estado-Nación moderno la única forma de organización de una sociedad,
aunque sí sea la forma hegemónica que ha prevalecido a través de sus mutaciones
reformistas históricas, entonces lo que se ha denominado como Política y
Geopolítica son simplemente concepciones reduccionistas que giran alrededor del
Estado, y lo que se ha dado como Ciencias Políticas no es más que Ciencias del
Estado, y lo que se ha dado por Geopolítica no es más que Geoestatismo.
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