Cuando se trata de educación, a
pesar de las discrepancias entre concepciones, corrientes o enfoques, y entre
autores que aún perteneciendo a la misma corriente educativa establecen
diferencias entre sí, todos confluyen en la aspiración de una educación por y para
el libre pensamiento, el pensamiento crítico y la libertad.
Pero, cuántas veces en la educación
como en otros ámbitos de la sociedad, se ha levantado la bandera de la libertad
para luego erigir, instaurar, implantar o imponer un nuevo dogma de dominación.
He allí, que cuando hablamos de educación, evidenciamos una razón histórica que
la vincula con el empleo de todos los medios necesarios para asegurar la
formación, el moldeado, el modelamiento y la automatización, todos estos rasgos
siempre presentes en cualquiera de las modalidades educativas tradicionales
como la privada, la religiosa y muy particularmente aquella que procede del
Estado, puesto que ha sido y continúa siendo la más extendida.
Entonces, en qué consiste el
propósito y la tarea de la educación. Según Tiana, “la tarea de la educación no
consiste, pues, en adoptar a los educandos a un molde establecido de antemano,
sino en posibilitar la construcción de su propia vida”. Al contrastar esta idea
con la práctica educativa tradicional (estatal, privada o religiosa) percibimos
que todas ellas están basadas en diseño curricular (molde establecido de antemano),
programas de estudio y contenidos programáticos; percibimos que existirían
tantos diseños curriculares como docentes, y que de todos esos posibles diseños
curriculares en mente de cada uno de los docentes, terminan imponiéndose los
eruditos representantes de un paradigma dogmático, si es que el paradigma no
fuera dogmático en sí mismo.
Por otro lado, Noam Chomsky expresa:
“el propósito de la educación es mostrar a la gente como aprenden por sí
mismos. El otro concepto de la educación es adoctrinamiento”. Aquí apreciamos
dos conceptos de educación y puesto que el aprendizaje por sí mismo se pierde
de vista ante los caminos impuestos en el sistema educativo tradicional,
resulta obvio que lo que hemos escuchado, vivenciado, experimentado y palpado
cuando decimos educación, no es otra
cosa que adoctrinamiento.
La educación es parte del quehacer,
ocupación, preocupación e inquietud de aquéllos quienes están interesados
profundamente en los procesos de enseñanza y aprendizaje. Si es posible
concebir la educación de una manera distinta a la tradicional y autoritaria,
entonces también es posible concebir de otro modo al docente.
En
tal sentido, el ser docente consistirá en posibilitar la construcción de su
propia vida, la de sus discentes y el entorno que les rodea, mostrando la
posibilidad de aprender por sí mismos, incentivando la autodidáctica, provocando
y favoreciendo la autonomía del pensamiento. El docente es un ser inspirador de
conocimiento, creatividad y libertad; consciente de que la vida es una continua
enseñanza y un continuo aprendizaje en la que todos interactuamos y
participamos, reconoce la dualidad del rol (docencia-discencia) en su
aproximación al conocimiento por y para la vida, la libertad y el apoyo mutuo.
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