En "El problema de la educación" describí brevemente cómo opera el Sistema Educativo vigente,
caracterizado principalmente por la
pertinencia de currículo y los estándares de calidad; hemos señalado, que a
menos que se desee consolidar dicho sistema, podríamos advertir que la
problemática educativa regional y local, e incluso a nivel mundial, es el mismo
sistema.
Si
la calidad, según la Real Academia Española, es la “propiedad o conjunto de
propiedades inherentes a algo, que permiten juzgar su valor” y la excelencia es
“la calidad superior que hace digno de singular aprecio y estimación algo”: a
qué propiedades se está sometiendo a juicio de valor cuando hablamos de
“Calidad” y quiénes son considerados de calidad superior y dignos de aprecio
cuando hablamos de “Excelencia”.
Bajo
esta concepción el sujeto estudiante se pierde de vista, pasa a ser el producto
resultante de un proceso llevado a cabo en un período de tiempo definido por
currículo en una” carrera” de estudio, y será sometido a medición de juicio de
valor según los criterios y objetivos establecidos en dicho currículo, que
además arrojará como resultado a los adaptados de mayor estima para los domesticadores
y adiestradores de la erudición.
Por
lo tanto, la propiedad inherente a la que se refiere la “calidad y excelencia
académica” sólo puede ser atribuida al sujeto abstracto del sistema educativo,
y vendrá dada por la capacidad de lograr
que el estudiante sea moldeado según lo establecido en el currículo y existirá
excelencia académica en la medida en que el estudiante, convenientemente bien
adaptado, adquiera el perfil de egreso que la Universidad le ha impuesto según
conveniencia. De esta manera se elabora minuciosamente cada tuerca, arandela,
tornillo y demás partes y mecanismos del sistema como consecuencia directa de
la división del trabajo y la especialización, una realidad oculta tras la idea
de una educación al servicio de la sociedad,
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