Una vez egresado del bachillerato conseguí mi primer
trabajo en una contratista de telecomunicaciones, allí fui testigo del carácter
burocrático de las comunicaciones al identificar que existía una pirámide
jerárquica cuya cumbre era ocupada por las operadoras de telefonía, en un
segundo plano los fabricantes de equipos, en el tercer escalón las grandes
contratistas, en el cuarto escalón pequeñas contratistas, y finalmente en el
último escalón los subcontratados. Tal vez no se tenga la mínima idea de los
cuantiosos ingresos que percibe el sector de comunicaciones, peor aún, un alto
porcentaje de dichos ingresos quedan en la cumbre piramidal de los tres
primeros escalones, esto es, operadoras, fabricantes y grandes contratistas; a
medida que se desciende en la pirámide, descienden los ingresos, hasta llegar
al último escalón, donde realmente se ejecuta el trabajo y además ocurre el
descenso de ingresos más abrupto. Justo en este escalón me encontraba yo.
Luego
fui a dar en una empresa de seguridad electrónica dedicada a la instalación de
sistemas de video vigilancia, control de acceso, sistemas de alarma y
prestación de servicios de mantenimiento de los mencionados sistemas. Al tiempo
supe que esta empresa pertenece a un Coronel del Ejército poderosamente
influyente que trabaja en el área de inteligencia de la Fuerza Armada, y dicho
sea de paso, posee otras empresas que ha posicionado dentro de la misma Fuerza
Armada. Ratifiqué que estaba en presencia de la más auténtica mafia organizada,
pues todos los militares de alto rango hacen exactamente lo mismo; ratifiqué
que la cumbre militarista es la más auténtica expresión liberal, capitalista y
burguesa de este socialismo del siglo XXI, a quién el pueblo ingenuamente le
confía su seguridad y defensa, sin advertir que la única seguridad que les
preocupa es la de sus propios intereses. Noté que esta realidad militarista se
traspola a las élites de la política representativa, que viven de la ingenuidad
de aquellos quienes aún creen en la necesidad de ser representados; noté que
esto que llaman unión cívico-militar, no es más que una idea renovada de la
mafia organizada de las élites militaristas
y las élites politiqueras.
Hace
algunos años, mi hermana menor me ayudó económicamente en la compra de un
vehículo, y debido a estas reveladoras y poco agradables experiencias de
trabajo, opté por trabajar como taxista, considerando que de esta manera evito
en lo posible ser víctima o cómplice de este sistema corrupto y explotador,
procurando además ofrecer un servicio de transporte económico para la comunidad
pese a que aún así vivo y sobrevivo bajo las condiciones que impone el capital.
A
mis 23 años de edad, luego de haber caído en mis manos un libro de filosofía,
me convertí en un asiduo lector de libros de la ciencia del amor al saber,
principalmente de Ortega y Gasset, Schopenhauer, Sartre, Cioran, Camus y muy
especialmente de Nietzsche. Confronté cuanta idea tenía concebida acerca de la
moral, la ética, la religión y los dioses, excepto aquellas relacionadas con la
política y la economía, puesto que por alguna razón me producían más asco que
las anteriores; aunque leí fragmentos interesantes tales como “El mayor peligro
el Estado” en “La rebelión de las masas” de Ortega y Gasset, o bien, “El nuevo
ídolo” en “Así hablaba Zaratustra” de Nietzsche, me parecieron meras ideas
contemplativas que describían la triste realidad de una especie humana sometida
al régimen estatal, y la triste realidad de mi propia existencia, puesto que
para entonces desvelé la deprimente farsa de una sociedad corrupta, que
aparenta ser lo que no es y se oculta bajo los mantos moralistas del
cristianismo y el socialismo.
En
cuanto a la moral, la ética, la religión y los dioses, destroné todo precepto
de la educación moral cristiana, católica, apostólica y romana que recibí de
mis padres, al dar muerte a Dios en un acto reflexivo y premeditado de frialdad
desmesurada, movido por una auténtica causa de emancipación. Es cierto que este
personaje no es ni santo ni poderoso, tan cierto como que yo estoy lejos de ser
el mejor de todos los asesinos de Dios, lo cual hace que mi crimen
aparentemente sea un hecho irrelevante, considerando que otros criminales se me
adelantaron y que a pesar de que el número de asesinos va en aumento, aún este
personaje de ficción goza de la veneración e idolatría de un enorme rebaño que
se somete a la tamaña mentira de los pastores representantes en la tierra del
susodicho omnipotente.
Sin
embargo, aunque en apariencia es irrelevante, no hay duda de que el primer paso
en el camino hacia la libertad es el magnicidio imaginario de un personaje
imaginario, tomando en cuenta que para que sea posible la tan hablada,
comentada, mencionada y anhelada libertad, es necesario que también sean
posibles otros elementos que están directamente relacionados con ella:
voluntad, autodeterminación, autonomía y espontaneidad, y la dependencia de los
seres frente a un origen único, la cual siempre termina identificándose con
Dios, es contraria a todas ellas y a la libertad misma.
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